
«Si el campo está mal la ciudad no estará bien tampoco. Solo por egoísmo, nos conviene preocuparnos más por el mundo rural»
«Con carencias en infraestructuras y de servicios es difícil lograr la repoblación»
«El mayor reto es crear soluciones innovadoras sostenibles que perduren en el tiempo»
– ¿Cómo cree que va a influir la crisis del covid-19 en el mundo rural? ¿Cree que habrá cambios en la forma de ver el entorno rural por parte de la sociedad en general?
– Por supuesto, la crisis actual ha dejado su huella en este sector primario y está modificando nuestros hábitos. Primero, aparentemente, está garantizado el suministro de los productos alimentarios, además, durante el confinamiento lo hemos podido comprobar. Pero el mundo rural está conectado también con el sector turístico. Ahora que el turismo se ha paralizado por la pandemia, se observa que la facturación de los productos del campo ha descendido notoriamente y las previsiones son bastante inciertas. Por muy lejos que nos podemos sentir y estar del mundo rural, al final, nos importa y lo deberíamos cuidar. Sorprende escuchar siempre de las propuestas innovadoras para las ciudades, como mejora de la movilidad o las ‘smart cities’, y casi nada para las zonas rurales que también necesitan de innovación, de modelos mejorados de gestión y de una mayor conectividad, entre otras cosas. Pero esto ocurrirá cuando veamos al mundo real como un hermano de la ciudad y no como un hermanastro.
– ¿Qué otros aspecto destaca?
– En segundo lugar, el modelo urbanístico. Hemos visto que las áreas urbanas y rurales estaban muy separadas, lo que también conlleva una desigualdad en distribución de la riqueza. Sin embargo, durante la pandemia o ya cuando estamos saliendo de ella, la percepción general sobre el mundo rural es distinta. Ahora se ve como una solución a una nueva convivencia social, se podría llamar un cuasi aislamiento que permite alejarse de los núcleos urbanos y seguir, por ejemplo, trabajando y gestionando en remoto, el modelo de trabajo que se ha puesto en práctica de golpe y en todos los sectores. Aquí seguramente estaremos ante un cambio del enfoque cultural que imponía el estilo de vida urbano. Pero para una ‘repoblación’, habría que resolver el problema de accesos que en el área rural parece estar olvidado. Me refiero al acceso a la vivienda, educación, sanidad, a redes de energía o a comunicaciones, pero acceso a la misma calidad de servicio que en las ciudades. Estas condiciones desfavorables han estado sin resolver desde hace mucho, no solo a raíz de la pandemia. Solo que ahora, quizá, hayamos entendido todo más rápido.
– Entonces los cambios, seguro se producirán…
– Sí, cabe esperar que habrá cambios, un mayor respeto y reconsideración del campo (y también de los criterios aplicables hasta ahora al reparto de la financiación, como es el número de habitantes en un territorio). Esto, sin duda, tendrá que repercutir en las relaciones entre las áreas urbanas y rurales. Lo que está claro es que, si el campo está mal la ciudad no estará bien tampoco. Solo por egoísmo, nos conviene preocuparnos más por el mundo rural.
– ¿Qué le parece que se haya creado una vicepresidencia para abordar el reto demográfico?
– Las cinco temáticas propuestas por esta vicepresidencia –nuevo marco para la transición ecológica, nuevo modelo de desarrollo, residuo cero, emergencia climática y calidad de vida– marcan un nuevo desarrollo de una política agraria, rural y también alimentaria. Se entiende que el enfoque sea sostenible, entre otras cosas, no sería posible de otra forma por mucho que insistiéramos, sería un error obviar la sostenibilidad que nos permitirá reconducir y adaptar todas las políticas. Por ejemplo, el objetivo de residuo cero parece ya una obligación más que una iniciativa que puede provenir de algunos grupos reducidos, por tanto, merece una atención más amplia y especial desde el propio Gobierno. Lo mismo ocurre con la emergencia climática o con la calidad de vida. Son cuestiones transversales que impactan en otros ámbitos de forma directa, de manera que estos asuntos son complejos y no pueden ser tratados de forma aislada. Pero para entender la magnitud de esta necesidad y complejidad, creo, que debería haber una comunicación específica y pedagogía sobre lo que estos nuevos retos suponen y exigen de cada uno de nosotros. Se trata de crear una mayor conciencia en la sociedad en este sentido, es cuando se entendería que las cuestiones sobre el reto demográfico plantean objetivos determinados y mucho trabajo a largo plazo.
– ¿La repoblación es una oportunidad para mejorar la vida de las personas?
– Solo porque hay menos contaminación en las zonas rurales y un mayor contacto con la naturaleza, la calidad de vida mejora. Esta mejora se ve también cuando una persona puede desarrollar su actividad profesional y cuidar de su familia plenamente, que en mundo rural parece que es más factible. Pero con carencias en infraestructuras y de servicios es difícil lograr. Intento imaginar cómo sería la repoblación de las áreas rurales. Supondría un modo de vida diferente del que se suele ver en las ciudades, con poblaciones o núcleos comarcales pequeños que cooperarían más entre sí. Seguramente también resultaría más fácil integrarse en estos pueblos. Pero antes, como he apuntado al inicio de la entrevista, hay que reconsiderar el modelo de la inversión que favorece más a las ciudades que al mundo rural y aplicar las políticas que inviten de nuevo al campo.
– ¿Las empresas privadas cree que deben tener un papel importante en este tema?
– Por supuesto. A través de la innovación y aplicación de soluciones en el territorio y generando proyectos emprendedores en las zonas rurales. En esto ayudarían mucho las políticas desde las Administraciones Públicas que favorecieran iniciativas conjuntas con el objetivo de dinamizar la repoblación y empleabilidad. Hay muchas oportunidades y muy poca competencia, pero no lo sabemos o no lo tenemos en cuenta.
– ¿Para usted que debería tener un Territorio Rural Inteligente?
– Ante todo, a personas. Sin ellas los dispositivos, las últimas tecnologías o las redes de conexión ultrarrápidas no se podrían explotar. Tampoco se consolidaría el modelo.
– ¿Cuál es, en tu opinión, el mayor obstáculo hoy en día para que la población pueda vivir y trabajar en los pueblos?
– Acceso deficiente a servicios, escasa conectividad, poca empleabilidad y barrera cultural de ver al pueblo como algo que desmerece.
– ¿Cree que ha llegado el momento de mejorar aspectos como la sostenibilidad, la digitalización y la innovación en el mundo rural?
– Es que tenía que haber tenido estas mejoras antes, al mismo tiempo que las ciudades. Es un ejemplo más de la desigualdad, no puede haber dos velocidades de desarrollo ni dos clases porque lastran el progreso. Sin innovación y digitalización no se puede hablar de una mejora en los servicios, de repoblación.
– ¿Qué retos observa que se plantean ahora?
– Es una buena oportunidad para los emprendedores que apuestan por procesos sostenibles, por generar un impacto positivo sobre el medio ambiente y ofrecer utilidad para la sociedad. Como he comentado antes, el mundo rural ofrece muchas oportunidades, no es solamente agricultura y ganadería, pero el mayor reto es crear soluciones innovadoras sostenibles que perduren en el tiempo.